domingo, 11 de julio de 2010

Rafting, más que un deporte.


9 de Julio de 2010

La noche anterior al viernes, Ricardo nos reiteró la invitación a descender por el río la mañana siguiente. Nos dio algunas indicaciones como no llevar objetos que se pudieran perder o mojar como: aretes, pulseras, celular, lentes, etc.

También nos hizo recomendaciones como: no ponernos bloqueador en la parte trasera de las piernas y muslos ya que la consistencia del producto haría que nos resbaláramos con mayor facilidad, ni tampoco en la frente y sien, solamente a partir de los pómulos y el resto del cuerpo. Nosotras estábamos preparadas con nuestros tenis especiales para el agua, pero nos dijo que era mejor utilizar tenis comunes que pudiéramos mojar.

Nos hizo otras aclaraciones y pregunto si había dudas, yo insistía en preguntar si había riesgo de caer en el agua y dijo que eso no lo podía asegurar porque depende del viento, de las olas y de nosotras, con un poco de inseguridad nos fuimos a dormir.

Ya en la mañana nos despertamos temprano para poder desayunar y estar listas a las 9 de la mañana.

Todas con nuestro pants o short, tenis, blusa cómoda y gorra, un poco de nervios pero con ganas de ya estar a bordo de la balsa.

Nos quedamos afuera de “La Villa” para que el resto del equipo de “Ecco Sports” llegara; Ricardo, Rafael alias el “Chafai” y "El panda".

Ellos eran los encargados del descenso, Ricardo era el guía dentro de la balsa, "Chafai" era el kayakista que iba de apoyo; y en este caso le pedimos que él fuera quien tomara las fotografías y video a los que íbamos descendiendo en la balsa. Para esos casos, llevan una caja llamada “Caja seca” la cual está elaborada de plástico resistente al agua y dentro unas esponjas protectoras de golpes que detienen de cualquier movimiento, además lleva en las agarraderas un seguro de metal que va abrochado al cuerpo del kayakista.

Todos listos caminamos hasta la orilla del río, donde se acostumbra empezar el descenso, aunque en otras ocasiones se hace más arriba o más abajo, depende de las lluvias o de lo intenso que se desee.

En el lugar de la salida había más empresas preparando a sus equipos para también realizar la actividad, nosotros íbamos en “Ecco Sports”, pero también iba "Río Salvaje", "Aventuras sin límites", etc.

Ellos ya estaban por salir, solamente daban los últimos detalles, a nosotras poco a poco nos fueron colocando el equipo necesario. Primero un chaleco salvavidas un poco pesado con 4 broches al frente y colchones abultados por todas partes. Después un casco con unos cojines por dentro y también un broche de seguridad a la altura de la barbilla.

Así, Daniela, Luisa, Cirenia, Jazmín, (huésped de "La Villa") y yo, estábamos listas con nuestro remo en la mano.

El guía nos dijo que una mano va en la parte superior del remo en la zona “T” y la otra después de la mitad, donde la forma de cilindro del remo empieza a extenderse.

El "chafai" ya estaba listo, subió a su kayak y comenzó a hacer algunos movimientos como probando el nivel y el ritmo del agua.

La balsa estaba lista, Ricardo también; nosotras aparentemente también lo estábamos. Nuevamente el guía hizo algunas recomendaciones como: no soltar la parte del remo de la zona “T” en ningún momento, siempre llevar el pie de apoyo ya sea derecho o izquierdo (según tu lugar en la balsa )metido en el área del soporte siempre, sentarse en la superficie de la orilla de la balsa y un poco hacia atrás, no abrir la boca porque en las olas fuertes el agua entra y puede provocar ahogamiento, no cerrar los ojos, no esconderse de las olas cuando vengan de nuestro lado, por el contrario, inclinarse un poco hacia adelante para hacer peso y evitar que se volteé; y por supuesto no dejar de remar.

Yo tenía muchas dudas de qué es lo que se hace al momento que alguien cae al agua, todos me miraban sonriendo como descifrando mi miedo a caer. El guía respondió que lo primero es guardar la calma porque cuando una persona esta exaltada bloquea su diafragma y no respira y no puede expulsar el agua que ha tragado; en el momento que uno suelta el cuerpo y se relaja el aire fluye solo y el agua sale sin esfuerzo.

Además dijo que en cuanto se cae al agua debemos ubicar nuestro alrededor para saber dónde está la balsa y sujetarnos de ella, sacar el pecho para poder flotar. Los chalecos que portábamos eran seguros para personas con un peso mayor de los 150 kg, así que en nosotras no había duda de que era efectivo, levantar los pies en línea recta y mantenerlos a la altura del agua, esperar a que el kayakista o la balsa se acercara a nosotros y sujetarnos de ella para que nos tomaran del chaleco y nos subieran, si había necesidad de tener que ir sujetando el kayak o la balsa algún tiempo, debíamos mirar de frente hacia dónde íbamos con los pies de frente para no recibir golpes, eran algunas aclaraciones finales.

Parecía que todo estaba dicho, subimos cada quien al lugar que le correspondía, limpiamos los tenis en el agua para no subir tierra y meter los pies en el lugar indicado, como debía estar muy justo, algunas de nosotras incluso sentíamos dolor en nuestro pie pretendiendo más seguridad, pregunte al guía si era normal que me doliera y dijo que era bueno.

Practicamos algunas de las instrucciones que se dan en el recorrido como: adelante, atrás, piso, derecha, izquierda, izquierda adelante, derecha adelante, etc. Ya sea adelante o atrás, debemos agarrar el remo y jalar el agua todo hasta donde alcancemos y empujar con la espalda todo lo adelante o atrás que se pueda. Se trabaja mucho más abdomen y espalda que todo lo demás, pero no por eso podemos decir que brazos y piernas no hicieran un gran trabajo.

Ya estábamos listos y comenzamos a remar, mientras todo iba bien, el agua iba tranquila, remábamos hacia adelante y esperábamos mucho tiempo para volver a hacer actividad, pasamos por varios pueblos, pasamos algunos puentes y desde arriba el esposo de Jazmín nos tomaba fotografías y "chafai" también de lejos nos fotografiaba.

Llegamos a una zona donde el agua era más fuerte, Ricardo nos gritaba muchas veces: ¡Adelante, adelante, remen, remen! Nosotras escuchábamos las indicaciones y actuábamos no sé si por instinto o por la insistencia.

Pasamos una y otra zona fuerte, a eso se le conoce como “Los rápidos”, en uno de esos momentos el kayakista se acercó y Ricardo le dijo que seguía “La brujita” y “Las puertas del infierno”; cuando escuchamos esos nombres expresaban por si solos la dificultad del agua, nuestras caras estaban confundidas y un poco emocionados porque ya habíamos pasado una zona agitada nombrada “La ballena”, pero los nombres que seguían, parecían aun más peligrosos.

Todas acomodamos de nuevo nuestros pies más fuertes, nos sentamos bien y agarramos con seguridad el remo, el guía dijo que no teníamos que dejar de remar porque debíamos salir pronto de ese “Rapido”.

La primera indicación fue ¡Adelante! Y a partir de ahí decía constantemente que remáramos, que lo hiciéramos más fuerte una y otra vez, el agua cada vez brincaba más alto y nos mojaba más y más.

Las olas nos comenzaron a empujar y en un momento la parte derecha al frente de la balsa se levantó; las cuatro que íbamos al frente caímos al agua, soltamos los remos y tratábamos de agarrar aire pero aún estábamos en una zona peligrosa y por más que lo intentábamos seguíamos tragando y respirando agua del río. Mi cabeza entraba al agua y cerraba los ojos pero todo era tan rápido que no podía pensar en las reglas que nos habían dicho antes de subir, como una muy importante que hubiera marcado la diferencia para todos. “En cuanto caigan al agua ubiquen donde está la balsa”; en mi caso me hubiera ayudado a no alejarme tanto del resto, de no haber tragado tanta agua, de haber sido golpeada por los brazos de los árboles y no haber entrado en pánico cuando vi que todos estaban arriba menos yo.

Después, cuando vi que estaba en agua tranquila recordé lo que el guía Ricardo dijo:”suelten el cuerpo para que el agua salga”, relajé mi cuerpo y una fuerza en mi estómago presionó tan fuerte que el agua comenzó a salir de mi boca, ya podía respirar mejor, como estaba un poco más tranquila también recordé:”levanten el pecho y suban los pies para que puedan flotar” lo hice pero la corriente no me permitía mantenerme así por mucho tiempo.

No sé cuánto tiempo transcurrió pero me sentía desesperada y pensé que se habían olvidado de mí, de nuevo comencé a patalear y tragar agua, me agarré de algunas ramas mientras Ricardo me decía que siguiera en la orilla; ya no podía mantenerme, piedras y ramas me golpeaban. Grité que no podía y me asusté más, me dijo que ahora me soltara. Mientras tanto el kayakista había bajado a la orilla buscando los remos y las que estaban en la balsa se detenían de los árboles para tampoco ser arrastrados.

Yo me solté como me lo indicaron y esperé que el río me llevara hasta la balsa, Ricardo extendió el remo y lo tomé con todas mis fuerzas, yo quería detenerme de la cinta especial que esta alrededor de la balsa pero mis dedos estaban tensos y no los podía doblar, grité que no podía cuando Ricardo me jaló del chaleco y me subió por fin a la balsa.

Mis piernas estaban temblando, mis manos también, el estómago me dolía, sentía ganas de vomitar, miedo, etc., ya no quería seguir pero no me hicieron caso y tuve que ponerme en posición de nuevo.

Pasamos “La brujita” pero seguía “Las puertas del infierno”, casi lloro pero tenía que remar más fuerte. El agua volvió a brincar y mojarnos pero salimos rápido de ahí, volteamos hacia atrás y vimos el hoyo que se formaba en medio y entendimos porque lleva ese nombre.

Yo sentía que ya no podía más, cuando nos avisaron que ya habíamos llegado al final, todos bajamos de la balsa y subimos a la camioneta que nos traería de vuelta a “La Villa” pasamos por todos los poblados de regreso y llegamos a descansar solo un momento porque teníamos trabajo que realizar.

Por: Paloma Herrejón de Hermosillo, Sonora (Universidad de Sonora)

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