27 de Julio de 2010
Ya todas habíamos terminado de aplicar nuestras encuestas, nos levantamos temprano para esperar a que llegara Alejandro ya que teníamos reunión de nuevo con él y con Carlos.
Cuando llegaron, nos sentamos en una de las mesas de jardín y comentamos algunos detalles de las encuestas pasadas. Nos explico un poco sobre otro de los puntos que también abarca esta investigación y nos repartió 100 encuestas a nosotras cuatro para que las aplicáramos a los guías de río que trabajan en Jalcomulco.
En ese mismo momento comenzamos a buscar a los guías del pueblo para poder aplicar los cuestionarios. Esta vez resultó un poco más complicado que las encuestas que hacíamos casa por casa; los guías no todos viven juntos y no siempre están en el mismo lugar, hay unos que trabajan entre semana en el campo o fuera de Jalcomulco, además otros están en sus casas o andan en el río trabajando. Poco a poco fuimos encontrando a los guías, uno nos mandaba con el otro y así fuimos encontrando a la mayoría del pueblo.
Unos estaban reunidos en un festejo de uno de ellos, otros estaban jugando futbol en la cancha junto a la parroquia o en uno de los campos, otros estaban afuera de las empresas donde trabajan, también encontramos a algunos en sus casas; pero había muchos más a los que no encontrábamos.
Estábamos en la plaza esperando que llegaran más guías; muchas personas estaban sentadas alrededor de la cancha mirando el partido y haciendo sus comentarios acerca de las jugadas que cada equipo hacía. También había un par de vendedores, un pequeño triciclo manejado por un señor mayor que vende bolsas de papas fritas y duros con alguna salsa; como todos los días también están los elotes asados o cocidos vendidos por una pareja y a veces ayudados por uno de sus hijos, los elotes están en la carretilla, los asados están envueltos en las hojas y sobre los leños prendidos, los cocidos están en una olla con agua caliente y sin hoja; la señora los prepara en un triciclo que esta enseguida, les pone mayonesa, sal, limón y un chile en polvo, cuestan 10 pesos y se pueden apreciar varias personas comiendo mientras miran el partido.
Después comenzaron a llegar más hombres a jugar ya que después de ahí seguía un partidos con los trabajadores de la cementera, cada vez se apreciaba más gente en movimiento por las calles y alrededores.
Había muchos mosquitos, quizás por la lluvia de unos pocos minutos antes de las 6 de la tarde,
también volaban unos “mayates” por todas partes, no como los que yo conozco, estos insectos eran más grandes, de color negro, con una textura dura y patas filosas, los sé porque uno de ellos se paseaba por mi cuello y cuando traté de quitarlo se enlazó entre mis dedos.
El primer juego llegó a su fin y a los guías ya los habíamos entrevistado así que fuimos de vuelta al hotel y después de mirar un rato la televisión y permanecer en las computadores detallando la información del día, terminamos.
Por: Paloma Herrejón de Hermosillo, Sonora (Universidad de Sonora)
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