Domingo 11 de Julio del 2010
Un domingo tranquilo en Jalcomulco
Nuestro día comienza al sonar la alarma del celular a las 8:30 de la mañana, a pesar de que ayer nos fuimos a dormir tarde, decidimos levantarnos temprano para ir a misa, pues el domingo pasado nos quedamos dormidas y no alcanzamos a ir, no sabíamos que aquí sólo celebran misa una vez a la semana, los domingos a las 10:30 am.
Nos cambiamos y limpiamos un poco el cuarto donde dormimos, recordando las palabras de Gaby la tarde anterior, “dejar todo limpio como estaba cuando llegamos”, claro que me recordó a mi mamá y por lo mismo decidí hacer caso.
Primero me cambié, guardé mis cosas en una bolsa, sombrilla, aretes, mi collar, mi funda de almohada, cepillo de dientes, etc., acomodamos el colchón inflable en que dormimos tan agusto, y digo agusto porque ni las gotas de lluvia que caían en la lámina, ni el ruido que hacía el ventilador nos despertó, no sé si por el cansancio o porque estábamos tan agusto. Ya estando listas bajamos las escaleras y dos jovencitos que trabajan en “La pizzería” hacían la limpieza del lugar, todavía íbamos dormidas y un poco despeinadas, caminando sobre los pequeños charcos y tratando de no pisar uno de los sapos que Gaby tiene en su patio, mismos que acostumbrar a salir más en la noche y andan brincando por todos lados, así que uno tiene que fijarse bien por dónde camina para no pisar ninguno.
Buscamos a Gaby para darle las gracias por habernos hospedado esa noche, pero no estaba, al parecer salió temprano, así que le dejamos recado con uno de sus empleados y salimos tratando de no pisar mucho el suelo que recién habían trapeado; tomamos el camino más corto y solitario, pues no queríamos andar por ahí asustando a todo el pueblo por ir desarregladas.
De camino al hotel “La Villa” las calles estaban un poco vacías, supongo que porque ayer el pueblo andaba tan enfiestado que algunos aún no se levantaban; llegamos al hotel y los huéspedes estaban en la sala, algunos en la alberca y otros viendo televisión, cruzamos todo el hotel para llegar al cuarto de masajes donde teníamos nuestras maletas, y a darnos prisa porque nos teníamos que bañar y ya se nos hacía tarde.
Tuvimos que bañarnos en las regaderas comunitarias con agua muy fría, a brinquitos y cantando, técnica que aplico cada vez que me baño con agua fría, primero nos bañamos Paloma y yo, mientras Cirenia cuidaba que nadie entrara porque no podíamos cerrar la puerta; tratamos de que el baño fuera lo más rápido posible y Cirenia se metió en cuanto terminamos, mientras ella se bañaba ahora éramos nosotras las que cuidábamos que nadie entrara, y mientras nos íbamos alistando, peinando, pintando, etc., el tiempo pasaba y nosotras no nos dábamos cuenta que ya se nos hacía tarde.
La cocina estaba llena, las muchachas del hotel preparaban el desayuno para las familias hospedadas, todas con su mandil de cuadritos y colores, el cabello recogido, una preparado “hot cakes” sobre el comal, se escuchaba como ardía el comal al dejar caer la masa, en la otra estufa la mayor de las cocineras preparaba huevos, se veían esponjocitos y de color amarillo, del sartén los vaciaba a un recipiente de barro y de ahí se los llevaban al comedor para servirlo, otro de los platillos eran unas deliciosas “enfrijoladas”, que son tortillas de maíz calientitas, untadas de frijoles negros y con queso manchego rayado encima, otra de las opciones era yogurth de fresa con fruta, o simplemente fruta fresca, para elegir había sandía, melón, y piña, todos los platillos juntos pintaban la cocina de colores y deliciosos olores; mientras ellas cocinaban nosotras rápidamente desayunamos cereal para alcanzar a llegar temprano a misa, cuando menos pensamos ya eran las 10:26 am, lavamos nuestro plato en cuanto terminamos y salimos por la puerta de la cocina para dirigirnos al templo que se encuentra en el centro del pueblo, a una cuadra del hotel.
Llegamos y aún había poquita gente así que pudimos elegir donde sentarnos, en la mitad del lado izquierdo para ver y escuchar mejor, poco a poquito fue llegando la gente, la mayoría eran señoras con mandil, sus cabello blanco recogido en trenzas o “chongos”, todas con arracadas de oro más o menos del mismo tamaño, con vestido o en falda, y la mayoría con huaraches.
Al llegar el sacerdote todos se ponen de pie y conforme va entrando la gente se va girando hacia enfrente donde está el altar, detrás del sacerdote vienen los ministros, los ciriales y cruz alta, niños y adultos vestidos de blanco y negro son los ministros este domingo, los cantos de alabanza guiados por un señor que toca la guitarra sentado en la primera banca, todos forman el coro, hombres, mujeres, niños y niñas, y uno que otro joven que ha asistido a misa, las oraciones recitadas por todos al mismo tiempo hacen resonar el templo, llega la hora de escuchar el evangelio y los ciriales, que son dos jovencitas, escoltan el libro sagrado, o sea la palabra de Dios, todos los feligreses la reciben con aplausos y conforme pasa enfrente de ellos van inclinando la cabeza y se van girando hacia el altar, entre aplausos y con mucho respeto todos se preparan para escuchar la palabra de Dios.
Durante la ceremonia el sacerdote dirigió unas oraciones pidiendo por el alma de un habitante de Jalcomulco que acababa de fallecer y la noche anterior lo velaban en su casa. El padre dio la bendición para terminar con la ceremonia y así unos fueron saliendo y otros tantos se esperaron hasta que saliera el cuerpo presente para acompañar a los familiares y darse consuelo unos a otros. En la puerta había una señora vendiendo un boletín católico a 3 pesos y le compramos uno, los fondos que se recaudan son para apoyar a la iglesia.
Regresamos al hotel y casi todos los huéspedes estaban en el comedor viendo la televisión, casi todos hombres, preparándose para ver el partido de España vs Holanda, pues era la final del mundial; nos quedamos en la sala platicando un rato porque teníamos pensado salir a ver el partido en “Gecko bar”, donde habría más gente y ambiente de futbol; mientras platicábamos llegó Cristi una de las muchachas del hotel y nos invitó a desayunar de lo que habían preparado en la mañana, obviamente no nos pudimos negar a tan rico desayuno y aceptamos, todas comimos algo diferente, Luisa que se sentía un poquito mal desayunó fruta, Paloma Huevos revueltos, Cirenia “enfrijoladas” y yo unos “hot cakes” con miel de maple y después un poco de huevos revueltos, acompañados de jugo de naranja.
Ahora que ya estábamos bien alimentadas nos alistamos para ir al bar, cuál fue nuestra sorpresa que cuando llegamos no había nadie, el juego ya estaba comenzando y éramos las únicas, había más empleados que clientes, supongo que todos decidieron quedarse en su casa agusto viéndolo para poder disfrutarlo y por ser un lugar nuevo pocos se enteraron que podrían asistir a ver el perdido ahí; más tarde se ocuparon otras dos mesas, en una los jóvenes originarios de San Luis Potosí que nos habían invitado una ronda la noche anterior, en la otra mesa dos señores también pidieron sus cervezas y botana para disfrutar del juego, como no había mucha gente ni ambiente, además de que Luisa y Paloma se sintieron mal nos fuimos al hotel a terminar de ver el juego ahí, en el comedor estaban reunidos los huéspedes fanáticos del futbol, se sentía la emoción y los consejos a los jugadores aunque ellos ni los escucharan, finalmente terminó el partido ganando España 1 a 0 contra Holanda.
Una parte de la tarde nos dedicamos a transcribir entrevistas, subir fotos, editar videos, hacer notas para el blog y facebook de Jalcomulco río de vida, y aguantamos hasta que nuestro cuerpo comenzó a sentir hambre, esperamos un rato mientras las muchachas terminaban de limpiar la cocina para no estorbar, y mientras pensando que íbamos a comer, decidimos hacer una especie de “entomatadas” con vista de chilaquiles, los ingredientes fueron puré de tomate, tortillas de maíz fritas, y queso manchego, cuando el platillo estaba listo nos lo comimos acompañado de unos frijoles negros y algunas otras con arroz blanco. Una de las cosas que hemos aprendido aquí es a hacer comida con los ingredientes que tengamos, a usar la imaginación y rezar para que la comida salga buena y no nos haga daño.
Para cuando terminamos de comer los huéspedes ya se habían ido y de nuevo se podía sentir tranquilidad en el hotel, todos los muebles volvieron a su lugar pues parecía que había pasado una revolución por el lugar, el comedor se convirtió sala, algunas mesas desaparecieron y el ruido con ellas. Nosotras seguimos trabajando y terminó en una noche tranquila.
Por Daniela Joanna Gutiérrez Iglesias (Universidad de Sonora)
No hay comentarios:
Publicar un comentario