20 de Julio de 2010
Muy temprano teníamos que ir a buscar a Jorge Milán, un hombre que nos podía dar información acerca de los guías de Jalcomulco ya que él esta encargado de la Asociación de Guías y podría brindarnos información importante para el proceso de investigación.
Después de desayunar fuimos a buscar su casa, en el camino nos regresamos unas cuadras porque ya la habíamos pasado, dimos con las señas que nos habían dado pero no lo encontramos en su casa. Una vecina nos hizo el favor de localizarlo por su celular y nos dijo que mas tarde llegaba, esperamos un rato sentadas en las sillas que esa misma señora nos había ofrecido pero aunque tardamos un rato ahí no llegó, le dejamos nuestro número de celular para que nos avisara y nos fuimos.
Cuando volvimos al hotel pasamos toda la tarde editando un video del campamento “Río Salvaje” propiedad de Luis Rodolfo, mejor conocido como “El tiburón”. Después de un largo tiempo quedó listo para poder subirlo a internet y anunciarlo por todas las cuentas que tenemos abiertas para el proyecto.
Caída la tarde caminamos un rato por el centro, visitamos algunas tiendas y llegamos con Gissella, la joven que vende artesanías cerca del puente, ahí miramos un momento los diseños de tatuajes con tinta de gena y decidimos aplicarnos uno, con toda la paciencia de Gissela, contorneó estrellas en mi antebrazo y una libélula en el cuello de Daniela, un aspecto muy diferente al estilo que estamos acostumbradas a portar. La artesana también decora el cabello con trenzas tejidas con hilo, también nos decoramos con algunos hilos de colores y un par de piedras; con ese detalles terminamos por darle un giro al atuendo con el que llegamos hace 20 días a Jalcomulco, sin duda creo que el ambiente y la cultura de este pueblo modifica algunas de las costumbres y formas de vivir de los turistas.
Muy satisfechas fuimos de camino a “La pizzería” a saludar a Gaby y Mario y aprovechar para comprar una pizza. Mientras nuestra pizza de peperoni y hawaiana estaba lista le recordamos Gaby la invitación que nos había hecho hace unos días de comer mole, ella nos reiteró la invitación para este jueves y además nos dijo que ese mismo día estaba programado un descenso de río al cual también estábamos invitadas. Esta vez no comimos ahí, hicimos el pedido para llevar y fue en “La villa” donde degustamos nuestra deliciosa cena.
Después de un rato frente a la televisión mirando un par de películas acompañados de pequeñas rachas de lluvia, se terminó nuestro día y entre la oscuridad de la media noche nos fuimos a dormir contentas por los dos nuevos decorados que estaban en nuestro atuendo.
Por: Paloma Herrejón de Hermosillo, Sonora (Universidad de Sonora)
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